martes, 9 de julio de 2019

Café con un extraño

Idea original de @MARUBV13




Entré a aquel café distraída y con paso rápido. Un hombre de cabello blanco sostenía un café en una mano y un croissant en la otra, se detuvo para darme el paso.

Había algo familiar en ese hombre. Tal vez la expresión de su mirada. Se sentó en una mesa y, después de acomodar con un cuidado extremo el café y el croissant en la mesa, los empujó lo suficiente para dejar hueco a un pequeño cuaderno.

-¿Qué le pongo?- La camarera me pilló distraída.

-Perdón, un café con leche fría por favor.

Me volví a mirar de nuevo. Había sacado un pequeño lápiz de esos que sirven para escribir y para dibujar. El cuaderno parecía tener mucho que contar por el aspecto de viejo y por lo manido de sus páginas como si hubiera sido un libro muchas veces releído. Parecía revisar algo en el cuaderno, escribiendo pequeñas marcas en una de sus páginas.

-Aquí tiene.

-Perdón de nuevo - No pude más que sonreír como disculpa extra y le di un billete para cobrar.

Al recibir el cambio me giré con el café en mi mano para descubrir que todas las mesas estaban llenas. El hueco que había dejado al girarme con el café había sido ocupado por una pareja que no tenía intención de moverse de la barra.

Me estaba mirando. Esa sonrisa tenía que haberla visto en algún lado. Me hizo un gesto para que me sentara en su mesa. Ni las circunstancias ni el gesto me permitían rechazar la oferta.

-Puede sentarse, creo que a pesar de todo - Dijo señalando su trozo de mesa ocupado - Cabe un café y su dueña.

-Muchísimas gracias.

-Perdone mis modales, me llamo Antonio.

-Clara. Y no se disculpe por los modales, son mucho más de lo que se puede esperar en estos tiempos.

-Siempre hay excepciones - Dijo sonriendo mientras volvía a su cuaderno.

La hoja por la que estaba abierto tenía una lista. Acababa de marcar como realizada la penúltima línea. Cerró el cuaderno antes de que pudiera leer qué ponía.

-¿Sabe esas decisiones difíciles de tomar? ¿Esas que uno sabe que son importantes y que pueden cambiar el devenir de toda una vida? – Dio un sorbo al café esperando que yo contestara.

-Sí. No tengo su experiencia pero algo sé al respecto. Nunca sabe uno si está tomando el camino correcto o no.

-Pues mi nombre viene de una de esas decisiones. Hace muchos años, mi madre estuvo a punto de morir. Todavía no había nacido yo. Creo que en aquel entonces mi madre no estaba casada todavía. El hombre que la salvó se llamaba Antonio y me puso el nombre por él.

-Curioso. Pero no veo dónde está la decisión difícil en ese caso.

-La decisión la tomó él. Porque salvar a mi madre le costó la vida. Cada vez que mi madre ha contado la historia ha explicado que ese hombre parecía saber qué iba a pasar. Y que dudó durante una fracción de segundo. En esa fracción de segundo decidió que era mejor salvar a mi madre que salvarse él.

Volvió a abrir el cuaderno pero esta vez para sí, escribiendo algo que no pude ver.

-Imagine qué hubiera pasado si mi tocayo no hubiera salvado a mi madre. Yo no habría nacido, no habría hecho mi vida, mi madre no me podría haber enseñado todo lo que ahora sé, ni me habría dado la educación que ahora tengo, ni tantas cosas que he podido aportar durante mis años de existencia. Una decisión de una fracción de segundo hubiera cambiado muchas vidas, no solo la de mi madre.
Me había olvidado por completo de mi café. Tomé un sorbo con la mirada baja.

-¿Qué habría hecho yo si hubiera sido ese hombre? ¿Habría sido capaz de sacrificar mi vida por otra persona? ¿Realmente habría sido una elección difícil?

-Seguramente hubiera hecho lo mismo que él. El tipo de persona que se hubiera salvado a sí misma no estaría preguntándose esas cosas.

-A veces no es tan fácil y hay decisiones que están tomadas mucho tiempo atrás.

En ese instante el tiempo pareció pararse. El estruendo de la cristalera del bar dejó paso a un mar de cristales empujados por un camión. Mesas, personas, sillas, tazas, todo volaba a cámara lenta. Noté un empujón y al girar mi vista pude ver sus ojos mirándome fijamente. En su mirada había felicidad y dos lágrimas que surcaban su cara arrugada.

Cuando el tiempo volvió a su ritmo habitual, el humo del camión apenas dejaba ver. Me levanté poco a poco intuyendo dónde estaba Antonio. El camión lo había empotrado contra la pared del fondo del bar.

Han pasado 5 horas desde el accidente. En medio de la confusión pude recoger el cuaderno pero todavía no lo he abierto. Los cortes de los cristales no son más que arañazos grandes. Me da miedo abrir el cuaderno por lo que pueda contener.

He abierto directamente la última página para ver qué había escrito justo antes de morir:

La penúltima entrada es "Café".

La última es "Mamá".

Debajo estaba escrita la frase "Te quiero mucho".







Sobre el texto @MaruBV13 hace las siguientes consideraciones:

—Título del texto.
—Intro de @MaruBv13 indicada en cursiva.
—El caballero parece dibujar o escribir en una libreta.

—Enlace a la entrada de @AliciaAdam16:      https://aliciaadam.com/2019/07/07/cafe-con-un-extrano-relato-corto/




Mil gracias a @MaruBv13 por la idea y por dejarme participar y a @AliciaAdam16 por dar otra visión del reto... no hay nada para una mente como alguien que la estimule.





martes, 9 de abril de 2019


Sé que estás ahí



- No quiero encender la luz. Sé que estás ahí, pero no sé si vienes con compañía.
Pablo siente los latidos del corazón en las sienes y empieza a dolerle la cabeza. Demasiadas emociones en estos últimos días. Sus palabras han sonado como si estuviera en la entrada de una enorme iglesia, pero no hay eco, al contrario, sólo silencio espeso del que se come las palabras.
La habitación de su apartamento es pequeña y la distancia hasta la puerta de salida es poca, pero probablemente no pueda salir. “No me dejará, si está aquí, no me dejará” piensa con cierto grado de resignación.
Los muebles parecen cobrar vida y las sombras no son amistosas. Apenas lo acompañan un sofá, una cama, una mesa y cuatro sillas en el salón-dormitorio-cocina de su apartamento, y no se puede pedir más por el precio que paga.
La sombra de la silla junto a la pared parece moverse. El corazón de Pablo se para durante un segundo, para descubrir que era la luz de un coche que se había colado por la ventana.
“No estoy loco, no estoy loco, todo es real”
Durante un segundo cierra los ojos y la oscuridad se vuelve absoluta. Se centra en el oído y escucha con ansiedad.
Nada.
“Se ha movido, sé que se ha movido y se acerca”. Pablo abre los ojos y se pega aún más a la pared. Lleva 45 minutos hecho un ovillo en el suelo bajo la ventana que da a la calle y sabe que lo que ha hecho instintivamente no sirve de mucho, no puede protegerse. Sólo queda una cosa por hacer y sabe lo peligroso que puede ser. Ahora sabe que puede haber cosas peores que la muerte, mucho peores…

Constelaciones

Sus ojos se amoldan a la oscuridad poco a poco. La idea de ir a mirar las estrellas era nueva. Se tumbó y arrugó su nariz pecosa intentando enfocar la inmensidad de estrellas que iban apareciendo poco a poco. Se tumbó a su lado y sintió una leve tensión en la manta sobre la que estaba tumbada mientras se acomodaba a su lado.

- Ahora empiezo a distinguirlas mejor. - Y guardó silencio unos segundos. - Los antiguos distinguían más estrellas que nosotros, no tenían contaminación lumínica.

No sabía cómo, pero habían aparecido muchísimas más estrellas en apenas segundos.

- Las encontré... la constelación de Virgo... Acuario... nuestras viejas conocidas la Osa Mayor y la Osa Menor.

Se giró para preguntar dónde y se encontró con una mirada fija en su cara.

- Mira - Dijo mientras tocaba con el índice su pómulo - Aquí está la Osa Mayor... éstas son Dubhe y Merak...

Mientras explicaba iba dibujando en su cara las formas estelares

- ...que apuntan a la cola de la Osa Menor... y aquí está la estrella polar.

- ¿Ésta apunta al norte?

- No. Aquí todas apuntan a otro sitio - Dijo mientras deslizaba el índice hacia sus labios.

- ¿No íbamos a ver las estrellas? - Preguntó con una sonrisa.

- Prefiero tus pecas - Y la besó.



sábado, 30 de marzo de 2019

Me mira fijamente.
Hace tiempo que no lo miro, no me gusta, no me representa.
Me busca la mirada y no consigo evitarla... no del todo.
Me enfrento a él y lo miro con furia, pero él me mira distinto.
Tiene pena y miedo. No parece una amenaza.
Tiene la cara pintada, no es su color natural.
El maquillaje está estropeado, cubierto de surcos.
Algunas de ellas pueden ser de lágrimas, puede que de lluvia.
Me acerco un poco y me doy cuenta que está pintado de payaso.
Pero su sonrisa sólo es un dibujo.
Ojos enrojecidos me miran, casi no parpadea.
Me conoce.
Alargo mi mano hacia él y termino tocando su mano.
El espejo es frío, casi tan frío como mi rostro en su reflejo.
El prisionero solo esperaba la muerte agazapado en su celda.
El motín había resultado sangriento y los cadáveres abundaban.
Su compañero de celda entró andando despacio y lo miró sonriendo.
-¿Es buen momento para un trato?
-¿Qué me ofreces por mi alma?
Soñé que era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste.
Soñé que le entregaba mi alma y la estrujaba con sus besos y sus mentiras.
Soñé que me mataba dulce y lentamente.
Pero al despertar no estaba. Y yo sí.

domingo, 24 de marzo de 2019

Café con un extraño Idea original de @MARUBV13 Entré a aquel café distraída y con paso rápido. Un hombre de cabello blanco sosten...